jueves, 17 de septiembre de 2009

Tamales, tequila, ortografía y grito

Mi amiga, Larunner, me convidó a gritar en casa de un hermano y allá me fui, derechita a festejar. El grito en sí dura aproximadamente 3 minutos televisados a eso de las once de la noche pero la pachanga se nos alargó hasta las seis de la mañana. Una velada deliciosa con la familia y unos amigos caribeños. Me pasé toda la noche pensando en que la noche del Grito equivale al Thanks Giving del Norte, una noche que no es Navidad pero que todo el mundo busca estar acompañado para celebrar.

Dicen que a nivel país no hay mucho que celebrar, pero nosotros para llevar la contraria celebramos. Comimos tamales, frijoles, arroz, pastel y bebimos tequila, cantamos, gritamos y nos reimos muchísimo.

Y cuando la plática se animó, nos dedicamos a contar anécdotas, chistes y lo más increible a discutir de ortografía con un diccionario en la mano y carcajada tras carcajada fueron cayendo las horas. La cosa de puso tensa cuando alguien retó a recitar la tabla periódica de elementos. En ese momento, me tuve que retirar de la lucha. Soy de letras y con un vacío descomunal en química, debido a un desafortunado accidente que mantuvo a mi profesor de dicha materia en 2º de BUP alejado de las aulas y a nosotros sin un sustituto. Nunca pensé que me fueran a hacer tanta falta.

Solo después de que los profesionales de la educación, que los había, recordaron hasta los gases nobles, Larunner me conminó a irnos. Por supuesto, accedí de buen grado. Había sido un día muy largo y al par de horas debíamos entregarnos al apasionante mundo del chile en nogada. Pero la receta la dejo para mañana, solo decir que los chiles de Larunner son los mejores, con permiso de su cuñada.
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