lunes, 1 de febrero de 2010

Soy una barroca camuflada

He de reconocer que hasta ayer creía que el Barroco no era lo mío pero estaba equivocada. Me declaro barroca musical y una enamorada del barroco peruano, novohispano y quiteño.

¡Vivan las bolutas, las columnas salomónicas, lo dorado, los ángeles arcabuceros, la cantera rosa y por supuesto Haendel, Purcell, Bach y ese gran desconocido para una servidora que es Geminiani y su Follia!

La segunda lección de ayer fue comprobar lo necesario que es leer el programa de mano antes de que inicie el concierto. Si lo hubiese hecho, no hubiese estado preguntándome porqué estaban de pie 13 de los 18 intérpretes, como es que había dos concertinos respondones, que pintaba un laúd con un traste de cerca de metro y medio en mitad del escenario y porqué el programa incluía cuatro piezas de Haendel, de un total de seis.

Una vez leída la información alusiva al concierto, todo comenzó a encajar. Estaba presenciando algunos de los mejores concerti grossos barrocos que ha dado la música, Concerti Grossi Op. 6 de Haendel interpretado por Il Giardino Armonico y dirigido por Giovanni Antonini.

Me confieso, soy una barroca camuflada.
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