Dos tercios es la mayoría que quiere el ministro de Educación que sea necesaria para aprobar cualquier cambio en la ley de educación. De esta manera, se liberaría a la educación de los vaivenes políticos y de cierto cariz programático que los partidos políticos tratan de dar a sus propuestas en esta materia.
Yo pertenezco a esa generación que le montó a Javier Solana unas huelgas de campeonato, allá por la mitad de los ochenta y sinceramente ahora mismo no recuerdo para qué. Supongo que por motivo de algún cambio que se estaba preparando, pero si recuerdo mis lagunas en física y química por esa huelga. Por lo que dejémonos de estupideces y pongámonos a enseñar y a aprender.
De todas maneras y después del totus revolutum que en estos días tienen nuestros dirigentes sobre el tema nuclear, creo que son ellos quienes deberían tener un periodo obligatorio de educacíón antes de acceder al cargo. Es más, deberían pasar una oposición y aprenderse un par de leyes básicas de esas que se le exige hasta a un chófer o alguien que hace fotocopias en cualquier ayuntamiento. Si, esa tan amena que se llama Ley de Bases de Régimen Local o simplemente la Constitución. Lo del tema nuclear lo dejo para los que quieran subir nota, pero que no tengan clara la división de la administración pública y sus competencias, me pone los pelos como escarpias.
Por si acaso que Gabilondo valore la posibilidad de programar para sus señorías un curso donde se les explique en qué consiste una mayoría de dos tercios. Más de uno lo va a agradecer.
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jueves, 28 de enero de 2010
Dos tercios, sorprendente
miércoles, 27 de enero de 2010
Quiero ser una chica...
Gilmore. Por supuesto que no quiero ser una chica Almodovar, como Pepi, como Luci o como Bom, por mucho que lo cante Sabina.
Estoy enganchada a una serie que se llama Las Chicas Gilmore, creo que ya no la emiten por televisión o si lo hacen puede ser la última temporada pero para mi suerte, la tengo completita en casa. Es uno de esos regalos de Navidad veraniegos que nunca me alegraré lo suficiente de haber tenido.
"Doctor, doctor, soy Gilmoremaníaca. Cuando acabo de ver un capítulo, tengo que apagar la televisión rápidamente y busco la radio con ansiedad porque mi mano se lanza desaforadamente hacia el play del mando a distancia".
La acción transcurre en un pueblo imaginario de Connecticut donde celebran las fiestas, encuentros y ferias más variopintas y alocadas que puedas imaginar. Una asamblea popular decide la marcha del pueblo, al estilo concejo abierto. Tienen su personaje excéntrico, su banda de rock, su cine de arte y ensayo, su par de cafeterías, su hotelito rural, su mecánica, su profesora de baile y hasta la universidad de Yale a 20 minutos en coche. No sé que más puede uno pedir. ¡Ah, sí!, un almacén nuclear. Perdón, se me ha escapado.
La única pega es que no es apta para hipertensos por el consumo irracional de café que hacen los protagonistas. Lo mejor, los diálogos. Son tan geniales y chispeantes que el día a día se convierte en una aventura emocionante.
Definitivamente, soy una chica Gilmore. "Luke, café, café, café"
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viernes, 22 de enero de 2010
La simetría del pollo
Me ha contado un amigo que a su vez le ha contado un amigo... no voy a mentir, realmente me lo ha contado "el Copista" (sí, sí el mismo de la entrada anterior). En su favor diré que además de un excelente copista, es un amante de la Vida Salvaje, es decir tiene unas cuantas gallinas en libertad dando guerra por la huerta familiar. Pues bien, iba yo a hacer una copias y la conversación derivó en lo difícil que es empollar, un huevo.
Asunto este que me era ajeno totalmente, lo más cerca que he estado era cuando mi abuela, "la Thatcher" encontraba un gorrión recién descascarado y lo metía en un cajón de madera de la fruta con una manta y una botella de gaseosa de las antiguas, llena de agua caliente para salvarlo de lo inevitable que invariablemente se producía a los dos días de encontrado.
Pues bien, de vuelta al proceloso trabajo de empollar un huevo, me enteré que la gallina se pasaba los 21 días que al parecer dura el proceso, dando la vuelta constantemente al huevo, que si para arriba que si para abajo, una y otra vez.
Hasta aquí parece fácil, la dificultad estriba en que hay que tener ojo de gallina para diferencia la cara A de la cara B de un huevo de corral, in situ. Hago esta salvedad espacial porque algún gracioso me dirá que podemos tomar como referencia la marca de la fecha de caducidad.
¿Cómo llegó "el Copista" a esta conclusión? sencilla. Sus pollitos nacían con malformaciones en sus extremidades y era porque los dejaba estáticos en la incubadora amateur que se agenció. Asesorado por los lugareños y la Red de redes, y bajo la supervisión de su progenitor decidió pintar una A al huevo por una cara y una B por la otra y estableció rigurosos horarios de volteo del huevo para evitar la calamitosa formación del avecilla.
De esta manera consiguió que sus pollitos nacieran simétricos y por supuesto el hartazgo del padre que era quien ejecutaba el ritual.
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miércoles, 20 de enero de 2010
Vida salvaje
Esta mañana me he acercado a la fotocopiadora y tras una instructiva charla con Chente, el copista, he vuelto con la idea de incluir una nueva sección o etiqueta llamada Vida salvaje.
En esta sección que por un segundo se me antojaba de lo más verde y medioambiental, de esas políticamente correctas, de pronto me provocó un amago de sarpullido. Sin pensarlo mucho, todo hay que decirlo y para no torturar a mis lectores, decidí que la sección fuera un poco más amplia y espero que sea más divertida.
Y se preguntarán ¿cómo saber que lo que estoy leyendo pertenece al mundo salvaje? Sencillo, seguramente el propio tema les de una pista pero si no es así y mi escritura es muy críptica, tan solo hay que leer el último campo de cada entrada, allí donde pone Busca más en.
Así es que, mis amables lectores no dejen de fijarse en este campito, campero y disfruten de las nuevas experiencias salvajes que hay allí fuera esperando por ustedes.
¡No se agolpen que hay para todos!
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domingo, 17 de enero de 2010
Malgastar seis euros cincuenta
Eso es lo que hecho esta tarde cuando he ido a ver ¿Qué fue de los Morgan?.
Un "flim" para perderse, definitivamente.
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sábado, 16 de enero de 2010
Doble personalidad nipona
jueves, 14 de enero de 2010
Fui a Londres y volví
martes, 5 de enero de 2010
Delitos y delitos
Qué alguien se cuele en la web de la presidencia española de la UE y sustituya a ZP por Mr. Bean, no solo es divertido sino que es un delito, que duda cabe. Lo que me gustaría saber qué es que el gobierno español se gaste 11,9 millones de euros en su diseño y mantenimiento.
lunes, 4 de enero de 2010
Terror en el hipermercado...
...horror en el ultramarinos,
mi chica ha desaparecido
Y nadie sabe como ha sido.
Oh, no
Hace veinte años, Alaska ya vaticinó lo que me iba a pasar el sábado. Estaba yo en la tarera de renovar parte de mi vestuario más personal, vamos comprar mudas que dirían las abuelas, y para ello seguí, por supuesto, los consejos de la OCU de hacer un listado, un presupuesto y demás. Dado que la tarde no acompañaba mucho para eso de estar dando vueltas por ahí, me dirigí al centro comercial de la zona.
El estacionamiento debería haberme prevenido de cómo estaba el tema, pero no hice caso a mi olfato de rastreadora y necia de mí, decidí aventurarme. Intenté entrar en una tienda del ramo y no pude pasar de las balizas antirrobo que había en la entrada. Intenté cruzar el pasillo de apenas tres metros de ancho en dirección al establecimiento de enfrente y fui arrollada por un mar de gente que se movía como hipnotizada, al estilo de las películas de ciencia ficción de los años setenta donde aparecían autómatas camino de "sus alienados trabajos" (me ha quedado la frase de lo más poético).
Ignoré por segunda vez mi olfato y seguí perseverando, "duro y dale, duro y dale", tan solo me quedaba la opción de surtirme en la tienda Disney e imitar a mi sobrino y sus calzoncillos de Rayo McQueen pero tras revolver el estante, no encontré nada de mi talla.
Entonces advertí que las señales eran claras; olí las nubes, oí la hierba crecer a mi alrededor y decidí hacer caso a mi instinto rastreador, volví a casa.
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