martes, 12 de mayo de 2009

Salí de mi retiro víricamente espiritual

Fue ayer, ayer salí de mi retiro. Menos mal que ya no tengo limitados mis movimientos porque hoy es el Debate sobre el Estado de la Nación, y eso es decir mucho. Estoy viéndolo de reojo, pese a que puedo salir de casa. Me lo tengo que hacer mirar.
Amenazan con continuar mañana.
Espero tener algo interesantísimo que hacer.
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viernes, 8 de mayo de 2009

Solo conozco a "machos omega"

Estaba viendo el "parte" cuando... en un superinteresante reportaje, me mostraron como los "machos alfas" han adquirido la femenina costumbre de depilarse.
En el reportaje salían apolíneos varones dejándose quitar los pelos del pecho con cera, de la espalda con láser y demás dolorosas formas de deshacerse del vello.
Dicho lo cual, pensé que esto sin duda es una señal más del apocalipsis, ¿qué les está pasando a los hombres de hoy en día? Acabo de darme cuenta de que solo conozco a "machos omega", nos sé si dar gracias a Dios.

PD. Ya queda menos para salir del enclaustramiento.
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Los donuts son como la Guardia Civil

El exilio ha dado mucho al mundo de la cultura para desgracia de quienes lo han padecido y para alegría de quienes hemos disfrutado de esos frutos culturales.
En el caso que nos ocupa, el exilio está sacando lo mejor y lo peor de mi. Aún no he llegado a lo mejor pero tengo todavía algunos días por delante. Dentro de lo reprobable, he descubierto que tengo una ansiedad difícil de satisfacer en temas culinarios. El frigorífico ejerce sobre mí un poder al que no puedo resistirme, me atrae como una sirena a un viejo lobo de mar. Pero entre tisanas, kiwis y algún platanito voy sorteando estos cantos. Solo existe un problema y es que hace tiempo que me dí cuenta que tan solo la ingesta "desordenada" de donuts puede paliar ese azogue y para mi desgracia tengo un par encima de la mesa de la cocina.
En estos momentos ya me he zampado el primero de la pareja. Ahora vienen muy bien envasados, de manera individual, para que no se endurezcan y quiero imaginar que para evitar a las pecadoras como yo el engullir el segundo de manera apresurada, pero el huérfano no para de hacerme ojitos y hasta oigo que pronuncia mi nombre.
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lunes, 4 de mayo de 2009

Me muero de la risa

Yo sigo en mi exilio y los representantes de Sanidad dando tumbos. A día de hoy se han dado cuenta que a lo mejor hay que aislar a los pasajeros que vengan de zonas de gripe A y presenten síntomas. ¡Bravo por la Ministra! Lo más divertido es que ha puesto en duda la fiabilidad de los escaneres térmicos porque pueden informar de otras patologías que sufra el pasajero no relacionadas con el caso que nos ocupa, lo cual es bastante lógico.

El aspecto "apanicante" es que dota por arte de magia y decreto de ojo clínico a la tripulación, ya que serán estos quienes al detectar un caso sospechoso, deberán notificarlo a las autoridades a su llegada. Además, durante el vuelo será atendido por un tripulante, este y el enfermo estarán protegidos por material profiláctico.

Me muero de la risa, si supiera la Sra. Jiménez la cara de pánico de las azafatas de Iberia al repartirnos la comida, en la vida me han repartido y recogido la comida tan rápido.
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Demasiado poco se ha expandido el AH1N1

Pues si amigos, me subí al avión de Iberia creo que era un A340, con el maravilloso nombre de Sor Juana Inés de la Cruz, más mexicano no podia ser. Venía yo con mi tapabocas puesto de lo más cuca, sentada al lado de una chica alemana que no hacía más que toser y sonarse los mocos. Circunstancia esta que me tenía bastante aconjogada y decidí pensar que la chiquilla tenía un simple catarro, por eso de tranquilizarme. La verdad que para cambiarme tampoco era, puesto que corría el mismo peligro.
Pasé mis correpondientes 10 horas con 45 minutos antes de llegar a Barajas intentando dormir, cosa que conseguí poco y no obsesionarme con las toses de mi compañera, cosa que tampoco conseguí pero que acepté como castigo divino o más bien aéreo.
Mi sopresa fue al llegar a Madrid y descubrir las extemas condiciones de seguridad sanitaria con las que nos recibió el Ministerio de Sanidad, si el mismo que dirige Trinidad Jiménez. Nada de nada, ninguna. La flamante titular ha informado a la opinión pública de cómo avanza la enfermedad en España y por supuesto, ha debido obviar en sus comunicados decir que la única medida sanitaria que adoptó su ministerio fue darnos una hojita en pleno vuelo para incluir nuestros datos personales, el número de asiento y la recomendación de llamar al 112 en caso de sentirnos mal.

Solo hay que imaginarse casi 250 pasajeros con mascarilla arribando a Barajas después de medio día metidos allí provenientes de Ciudad de México y al llegar ni un maldito escaner de temperatura, ni un médico que pregunte por si tienes síntomas.

No entiendo entonces la bulla del gobierno en cuanto a lo bien que lo está haciendo la señora Ministra y entiendo menos la escasa denuncia de los medios de comunicación en este sentido. Si gestionar la crisis es dar una rueda de prensa al día y aislar a los que manifiestan la enfermedad, apañados vamos.
Definitivamente creo que en México pese a que algunos se ufanen en decir que es un país subdesarrollado, el gobierno da muestras de tener bastante más visión médica y de conjunto del problema que tienen encima que en este "primer mundo".
Me temo que en este país no se puede hacer dos cosas al tiempo, recibir a "los Sarkozy" y controlar la expansión del virus vía aeroportuaria.
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sábado, 2 de mayo de 2009

Con un pie en el avión

Estoy en el aeropuerto conectada al wifi, yo que presumo de ser analógica, en fin. Esta vez llegué con bastantes horas al aeropuerto porque al parecer había un control de sanidad. Dicho control consistía en rellenar una hojita del tipo de marque la que proceda "tiene tos, fiebre, dolores articulares, mocos..." Por supuesto que no, menos mal que no preguntaron si tenía menisco o apéndice porque ya no están conmigo, en mi cuerpo. Y lo más tecnológico era un escaner de temperatura, aunque yo parezco serpiente.

La verdad que todo está muy tranquilo, no hay más follón del habitual. Todo el mundo se esconde detrás de la marcarilla y por supuesto seguimos con cara de "Serial Killer", lo habitual en estos días.

Mi compañero de tres sillas más allá, la cosa no está para intimar, se está comiendo un bocata de pechuga de pollo empanizada y me está dando un hambre que estoy por sacar mi sandwich de jamón serrano y hacer una oda al puerco, tan de modo en estos días. Creo que me contendré porque si mal no recuerdo he pedido comida vegetariana y suelo pasar hambre o en su defecto me toca pollo o pasta y me da un repelús...

Ya solo queda una hora para que alcemos el vuelo pero como esto es México nunca se sabe que más nos puede pasar antes de abordar. Espero que todo bueno como hasta ahora.
Por cierto, me he comprado unos caramelitos porque esa tos nerviosa que me adorna puede generar pánico entre mis compañeros de vuelo.

Lo dicho, mañana más y mejor desde casita.
A partir de mañana comienza otra vez mi "exilio vírico" porque una tiene conciencia y mis vecinos no tienen la culpa de mi vida errante.

viernes, 1 de mayo de 2009

Tengo miedo de mi portero

Otro día de "destierro vírico" en Ciudad de México. Hoy salí de casa entre las 12 de la mañana y la 13:45 de la tarde, una hora y tres cuartos. Para mi que soy paseante es como un castigo, parece que este país y en concreto esta ciudad estuviera viviendo una plaga bíblica. Buenos dos, porque el lunes tembló en la Ciudad, 5.6 un sismo nada despreciable. ¡Dios, es que no puedo estar en un sitio más de tres meses! ¡Estoy cansada de ruletear por este mundo!

A lo que vamos, retomo el título de esta entrada Tengo miedo de mi portero, "el Arcángel" (no es su nombre, pero tiene nombre de). Pero no solo al portero, a mis amigos, a la cajera del Superama, al funcionario de Migración y en general a todo el mundo. Lo más chistoso es que inspiro el mismo terror. Es lo que llamaré "pánico al aliento".

Nos saludamos pero no " de beso ni de mano" como dicen los consejos gubernamentales, hemos adoptado el saludo japonés, esa costumbre de bajar la cabeza. Una costumbre que a los latinos nos parece poco cariñosa pero bastante "antívirica" y que se está poniendo de moda.

Nos miramos a los ojos pidiendo perdón por tener la posibilidad de contagiar al otro y al mismo tiempo advertimos al otro de manera silente que no se acerque más de lo imprescindible.

Nos acordamos de cuando podíamos o podían comer en la esquina, rozarse sin querer al cruzar una calle, llevar los niños al colegio, los jueves sociales (salir de parranda con los de la oficina), ir a misa o simplemente montarse en un transporte público.

Nos sentamos por las tardes noches delante de la tele y en mi caso con el transistor en ristre para oir la rueda de prensa pertinente que dará el ministro (secretario) de turno. De pronto me he acordado de mi abuelo y de su "parte". Hoy se han presentado haciendo un dúo el ministro de Sanidad y el de "la" Sedesol (Desarrollo Social) dando las últimas cifras y las medidas que poco a poco se van tomando y que un periodista bastante talludito ha tachado de cuarentena paulatina.

Lo más triste es que ya corren por internet correos sobre si realmente esto es una "epidemia", que si el gobierno oculta otra cosa más gorda (cosa imposible, lo de que esto sea más gordo) y demás historias. La verdad es que como se dice aquí "me vale" lo que digan pero que no se quiten la maldita mascarilla, que no evita el contagio pero lo aminora, carajo.

Nos preguntamos cuando podremos volver al maravilloso mundo del Pilates, de la vueltecita por el parque, de hacer la compra sin miedo a los tomates, de ir al cine, de los desayunos pantagruélicos de fin de semana y sobre todo cuando recuperaremos el tener derecho a tener un maldito catarro o unas anginas sin que te criminalicen.

Nos lavamos la manos, una y otra vez. Tanto que no soy capaz de pasar las páginas de un libro, ya no tengo esa grasilla que favorece el hojeo y por tanto me atrevo a decir que la "influenza humana" es un atentado contra la lectura. Definitivamente, además de la imposibilidad física de avanzar sobre el texto, hay que ser un valiente para cruzarse el barrio o la colonia en busca de un librito. Amazon tiene un nicho de mercado bastante grande, si no fuera porque al mexicano leer lo que se dice leer no le va mucho.

Nos encomendamos a todos los santos y en especial a la Guadalupana para que nos salve de esta. De pronto hemos recuperado nuestra religiosidad pero desgraciadamente no podemos ir a los templos.

Pese a lo integrada que me siento dentro de esta desgracia, yo sigo trabajando en mi regreso a España. Los epidemiólogos dicen que debemos estar acantonados en la casa al menos 8 semanas, y para todo aquel que me conozca sabrá que me puede dar un yuyu. No me resisto a no ver a ningún ser humano, solo los ojos del Arcángel por encima de la mascarilla azul.
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