El viernes pasado abandoné el DF en dirección al Caribe. Ese mismo día, en las noticias de las 6 de la mañana, escuché que el gobierno federal había cerrado las escuelas. Al parecer la orden se dio de noche, los niños fueron arrastrados fuera de la cama, montados en los carros, en el metro y en los buses y fueron expuestos a la "influenza" durante su trayecto al colegio y una vez allí se enteraron de que siempre no había clase hasta el día 6 de mayo. ¡Maravillosa la previsión!
Pasé cuatro días pegada a internet, asustándome de todo lo que estaba pasando en México.
En fin, volví ayer y llegué al DF a las 12 de la noche con escala en Panamá, aquello fue el principio de lo que me espararía al llegar a la capital. Todo el personal de tierra con tapabocas y guantes de latex, yo para no ser menos me había pertechado de los mismos en la Isla.
Cuando arribé al aeropuerto Benito Juárez apenas había gente, en el camino de vuelta a casa nada de tráfico, la ciudad estaba desierta y ¡carajo! de pronto me sentí sola en el DF.
En el día de hoy he tenido que hacer un trámite en migración y una sola diligencia en la ciudad. El supertapabocas de pintor que me regalaron ayer ha sido parte de mi nuevo look, a estas horas que llevo atrincherada un buen rato aún se me nota la marca de la misma.
Creo e intentaré irme en breve. La verdad es que si uno camina por la calle, la ciudad está más que tranquila, parece un fantasma comparada con la actividad diaria. Pero lo que más me asusta es leer los periódicos extranjeros, no me extraña que mi gente esté más que asustada, hasta yo lo estoy cuando los leo.
Mañana espero acabar con todo lo que tengo que hacer, como siempre la radio es mi compañía.
Mañana más y esta vez espero que sea para mejor, D.m.