Casi todo, intentar leer en América Latina a veces es una tarea imposible. Lo intenté en Cusco, lo intenté en Lima, lo intenté en Costa Rica y terminé por olvidarlo en Guatemala.
Entre que una tiene un paladar exquisito para el tema de la lectura (los libros de autoayuda me producen sarpullidos) y ante la nula selección de Cusco, la escasa oferta de Lima y la poco atractiva biblioteca "tica" que versaba entre viajes por parques naturales o La chica de las bragas de oro de Marsé, decidí esperar las horas que me quedaban hasta el vuelo siguiente echando un cabezadita. Pero el destino quiso que me cambiaran el boleto y adelantaran el vuelo unas 3 horas, con lo cual mi difícil elección quedaba pospuesta para el aeropuerto "La Aurora" de Ciudad de Guatemala.
Yo no sabía que la terminal estaba en plena inauguración y para mi desconsuelo que no había nada para leer: ni un periódico, ni una revista, ni una guía de viaje, ni un prospecto, ni un libro de Marsé.
Lo más triste es que entre los establecimientos abiertos y los anunciados como próximas aperturas no se contempla nigún kiosco de prensa o de libros.
Ya sé, ya sé, la culpa es mía. La próxima vez no olvidaré mi librito en la cabecera de la cama.
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