Nunca antes había subido a pie un volcán. El Teide y el Pichincha no cuentan, me los eché en teleférico. El destino había reservado mi "virginidad" volcánica para El Salvador y en concreto para Izalco.
El azar quiso que conociera a un fantástico guía y mejor compañero de camino quien me desveló todo lo divino y humano de este titán de azufre y tímidas y penitentes fumarolas. Un volcán estromboliano nacido en 1770, joven y considerado activo aunque en fase de descanso, como muchos púberes.
Izalco junto a Cerro Verde (volcán extinto con una vegetación exuberante) y Santa Ana (volcán activísimo que erupcionó por última vez en 2005) forma parte de un trío llamado el "Complejo de los Volcanes".
Para poder ascender nuestro objetivo antes has de descender el Cerro Verde gracias a los mas de mil escalones de campaña maravillosos, al menos al bajarlos, de esos hechos con troncos y pura tierra entre una vegetación que corta el aliento. Cuando finaliza el descenso solo te queda echarte un traguito de agua y ajustarte los machos para salvar todas y cada unas de las miles de rocas porosas estilo piedra pómez.
Con el paso de los años, los responsables del parque han hecho un pseudosendero en zig-zag que si no estás bastante alerta sueles abandonar. Normalmente te das cuenta cuando comienzas a parecerte a las cabritas de Heidi y subes acariciando cada guijarro con pinta de estar bien anclado. En este punto las conversaciones cesan, tu espalda empieza a sudar y el viento se entretiene en arrancarte insistentemente la gorra. Es en ese momento cuando miras a la cumbre y te das cuenta que te enfrentas a una pared casi vertical que según la Red mide alrededor de 650 metros y entonces el milagro se obra, desaparece de mi mente Silvio Rodríguez y comienzo a preguntarme si no hubiese estado mejor organizar una mañana en la playa. Creo que no, me siento tan insignificante y frágil que esa sensación de desamparo me hace sentirme realmente viva, sentimiento que sé que se acrecentará al día siguiente cuando me duelan los gemelos y los cuádriceps. ¡Cómo me gusta ese dolor!
Y de pronto el jadear se detiene, el corazón que llevas oyéndolo en la garganta durante la ascensión se calla, la sudada se detiene...hemos llegado. La vista de 360º es fantástica, reafirma tus temores de que eres una ínfima parte "feliz"de todo aquello, "feliz" pero ínfima. Una se siente sobrepasada por los elementos.
La sensación de felicidad es plena y fácil de conseguir: unas cuantas horas caminando, sentirte al calor del forro polar, el viento "necio" revolviendo tu cabellera, una diminuta galleta de chocolate y contemplar la grandeza "casi" total de este país tan "cariñoso". Pero esta felicidad no presagiaba lo que este volcán "perfecto" nos tenía preparado, el descenso.
El sendero que seguimos a la hora de subir nos fue vedado, es decir que no hubo manera de identificarlo. Así es que si queríamos bajar sin peligro solo había una solución, bajar a las bravas. Algo bastante sencillo, hacerlo en perpendicular a la pendiente, como si surfearás pero sin tabla, solo tus botas, esa era la gracia. Baste decir que el descenso fue rapidísimo aunque no carente de parte de su riesgo, por eso de los pequeños desprendimientos de sedimentos y los raspones en mis esbeltas piernas de modelo de pasarela. En algunos momentos, según iba dejándome caer tenía enterradas las piernas hasta las rodillas. No daré más publicidad del necesario al papel desempeñado por mis "hermosas" nalgas, solo decir que dos días después he descubierto un rastro de mi paso por allí en forma cónclave cardenalicio (leer significado 2) . El descenso fue "concentrado" por el avance real en metros por segundo, porque has de no perder la vertical, no remover las rocas que van quedando a tu espalda y no lastimarte en exceso.
Aún nos quedaba lo más penoso, subir el Cerro Verde y su millar largo de peldaños. Pero cuando todo estaba perdido, el verde trajo algo de frescor y la conversación volvió y con ello el goce. Y por fin llegamos a la cumbre, sudados, con el cuerpo lacerado y rotundamente felices.
De vuelta, Robert Smith y su banda a todo volumen.
Gracias.