domingo, 8 de marzo de 2009

Fui a El Salvador y volví

Una servidora, que tiene un interés desmedido por conocer lugares, gentes y ver el escenario de episodios históricos, acabó en El Salvador esta semana pasada.
Por primera vez fui sin guía turística, por una razón bastante sencilla, no encontré. Es curioso pero en México encontrar una guía de turismo, actualizada, de algún país de América Latina y en castellano, es misión imposible. Resulta contradictorio ya que la sombra alargada de México invade todos los aspectos de El Salvador, el habla, la televisión, la comida, la música. ¡Qué lástima la tortícolis de México!

Así es que entré en Internet, leí los posibles altos en mi camino, apunte un teléfono y me trepé al avión. La distancia entre el DF y San Salvador, según el oráculo, es de aproximadamente 1.234 kms, una hora y tres cuartos en avión. Realmente tardé más en el viaje al aeropuerto y en la espera, ya que salí de mi casa a las 8:30 y mi avión salió a las 12:10h.
Este viaje se convirtió en una "cita a ciegas" con un país cariñoso, entendiéndose por pequeño y dulce. Este cariño facilita subir un volcán por las mañanas y bañarse en las playas de arena negra finísima un ratito después.
Su gente es muy amable; su gastronomía, deliciosa y el clima especialmente favorable según los entendidos, estos echaban en falta la neblina.

Solo una cosa perturbó mi estancia y era el soniquete de una canción de Silvio Rodríguez que no paraba de tararear. Sí, esa de "la era está pariendo un corazón..." Pero chiquillo, no acababa de parir, tan solo me venía a la cabeza el inicio del estribillo.

No os perdáis la próxima entrega "Vulcan surf en Izalco".
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