miércoles, 4 de junio de 2008

Fui a Sevilla y volví

La semana pasada estuve en Sevilla. No iba desde hace casi 18 años, por supuesto que no fui durante la Expo.
Echaba de menos mi vida caracol, así es que agarré mi supermaletón nuevo y me trepé al AVE con mi portátil. Confieso que no ejercí de escriba egipcio pese a tener el instrumental conmigo ya que uno de mis objetivos era actualizar el mismo. Aproveché que mi servicio técnico se mudó a Sevilla hace unos meses para plantarme allá, me urgía porque había amenazado con volver a la Capital. Ejercí de turista okupa, mi anfitrión estaba entre cansado y divertido con mi energía pero cuando le obligué a pedalear la diversión se convirtió en una especie de maldición.

Seré breve porque tengo interés en divagar sobre un tema de política internacional en otra entrada, simplemente diré que Sevilla es como París pero con más salero. Sé que algunos me van a tratar de loca pero es verdad, en bicicleta es parecidísima. Confieso que pedaleaba con los ojos abiertos.

Además de Moussey (he de ser políticamente correcta) y su memorable salmorejo de remolacha, algunas de las cosas más estupendas fueron: la montada en bicicleta y los correspondientes cardenales, el clima fresco, y el bacalao al horno con pasas y piñones sobre cama de gelatina de tomate que nos zampamos en Osuna.

Lo dicho, quien quiere ir a París teniendo Sevilla
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