lunes, 9 de junio de 2008

Fui a Barcelona y volví

Esta vez mis pasos me alejaron de la Ciudad. Me acantoné en un pueblito a disfrutar de la familia, leer, pasear y comer. Este viaje fue un homenaje a la maravillosa comida a la brasa que se come en las masías catalanas. Espectacular las verduras a la brasa, las chuletas de cabrito, la esqueixada de bacalao y un sin fin de platillos deliciosos, de esos que te hacen salivar...ujjjjjjjjjjjjjjj
Fuimos a un lugar que está a cinco minutos de casa en coche, siempre que el conductor no esté ennortado y nos dé una vuelta de 20 minutos. Pero llegar a Can Rectoret se convirtió en un apasionante viaje en familia con cánticos incluidos.
Decidí tomar el puente aéreo, lo cual llevó a que se cumpliera los temores más predecibles, el secuestro de una hora por parte de Iberia en el vuelo de ida. La razón que se nos dio no nos tranquilizó nada, se había roto el ordenador del avión. Es lo que tiene el puente aéreo... lo mejor, acabé de leer el libro de Eduardo Mendoza. Creo que era el único pasajero que estaba riéndose mientras estaba amarrado a su asiento y sin posibilidad de ir al baño...viene a cuento de la temática escatológica de esta divertida novela y de la absurda norma de navegación aérea que impide el uso del baño cuanto el avión está en tierra. Está claro que no contemplaban los retrasos del Puente Aéreo.