pero al de antaño, a ese del que nos hablaban nuestras abuelas. A ese en el que toda la ciudad se tapizaba con banderas en los balcones.
La verdad es que me encanta atravesar la provincia y ver como hay banderas por todos sitios. Es muestra de normalidad, lejos del rollo que se han marcado algunos sobre el tema de los símbolos patrios. Y es tal el fervor que se tiene por esta religión que es el fútbol, que el lupanar de mi pueblo que tiene nombre de playa carioca, tiene un banderón desplegado en la fachada.
Ya digo, un síntoma de normalidad
martes, 29 de junio de 2010
El mundial me recuerda al Corpus
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