Ha estado lloviendo todas las Navidades, la verdad es que a mi que estoy en plan monja clarisa me favorece. Me imagino que a los comerciantes de mi pueblo, no les hace tanta gracia. Las tardes de estos días son propicias para el paseo, el ojeo y al final si hay suerte alguna comprilla pero la lluvia y la mentada crisis están haciendo que más de uno se una a mi comunidad.
Por cierto, me acaba de recordar mi Santa que en muchos lugares de este país, son precisamente las clarisas quienes tienen la facultad de rogar para que no llueva. La verdad es que de la manera que está cayendo por estos lares, diría que se han tomado la semana de vacaciones en cuanto al rezo, porque es "un no parar" que dirían algunos.
Mi clausura consiste en vestir un hábito al más puro estilo Quechua y estar encadenada a la mesa, esto último puede parecer de lo más erótico, pero nada que ver, no paro de leer. Pues bien, todo este rollo sirva para lanzar un sinprin, y es que definitivamente lo único abundante que hay a nuestro alrededor es la lluvia, hasta los teléfonos que nos suelen agobiar con tantos sms, han enmudecido. Este año no hemos podido hacer concurso de mensajes cursis en Nochebuena y bien que lo siento porque es un género literario al que me estaba acostumbrando. No desespero y a lo mejor para Fin de Año la poesía vuelve a mi Nokia.
Pese a la clausura, la lluvia, la ausencia poética y la falta de alegría de alrededor, me sigue encantando la Navidad, supongo que es por afán de llevar la contraria.
.