Me levanté el otro día y sentí la imperiosa necesidad de comprarme un pato. La verdad es que me invitaron a celebrar la entrada del invierno con una cena. Mis amigos son muy de celebrar el cambio de estaciones y no sé porqué asocié el pato con esta época. Me pareció divertido intentar asar un pato previamente relleno pero mi propuesta no fue secundada por los convocantes.
Igualmente decidí comprarme un pato. En esta época, vísperas de Navidad es bastante más fácil hacerse con uno. Así es que recorrí varios establecimientos del ramo y conseguí uno y además deshuesado. La verdad que da penita ver el cuerpo inerte y aplastadito del animalito pero me sobrepuse pronto a la visión.
Hoy es el día, lo voy a cocinar y ya os diré como me queda el manjar. No encontré ninguna receta suculenta, así es que voy a repentizar la preparación del ánade y luego os cuento.
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