Estoy en racha y es que ya sabéis lo que me gusta relacionar algún aspecto de mi vida diaria, vamos la corrientita, la de la pelea diaria con mis conciudadanos, con hechos o diría hitos históricos. Este mediodía ha habido una conjunción planetaria al estilo Leire: el Tri (la selección mexicana) se ha enfrentado a la selección Gringa (dicho con todo el amor del mundo) en el estadio Azteca, mientras una servidora iba en busca de la tlapalería perdida. Eran las tres de la tarde y la ciudad me recordaba a Madrid durante los partidos de la Roja en el mundial de Corea y Japón, y a sus ciudadanos siguiendo el rito ancestral de rodear el televisor.
Una vez situada mi aventura en el tiempo, solo me queda recordar que Elfavor vive en un barrio fino de la ciudad y no abundan los establecimientos ferreteros, pese a la existencia en este país de ferreterías y tlapalerías. La diferencia entre ambas debería fundamentarse en los productos que vende cada una de ellas. En la realidad, no hay ninguna diferencia porque lo habitual es que lo que buscas no lo tenga ninguna de los dos y simplemente te digan que tienes que ir a Corregidora en pleno centro de la ciudad. Una vez allí no hay pérdida, esta ciudad está dividida por gremios.
Pues bien, en esta trepidante aventura me encontraba cuando sentí que la ciudad se vació, me recordó a la semana de la Gripe A hace unos meses, cuando en las principales avenidas de mi barrio se podía echar un partidito o como dicen aquí una cascarita. En esta ocasión, los restaurantes, que aquí no hay bares con olor a calamares, se llenaron de futboleros pero a los nueve minutos de inicio del partido, EEUU marcó. En ese instante, el establecimiento comercial donde estaba, he de confesar que me había desviado un poquito de mi misión original y me encontraba comprando unos boletos para ver el musical Mamma Mía, bufó ante el primer y único gol en contra, pero eso no lo sabíamos todavía. Con mis boletos en la mano y ante la falta de insumos edimosuaricos decidí treparme a un bus para ir a la ferretería de la colonia de al lado y fue en ese breve trayecto cuando México marcó empatando, la verdad que no conseguí mi propósito pero si ver la cara de alegría del ferretero. De vuelta para casa, con más hambre que esperanza descubrí la Tlapalería Petrarca, en sus estantes mis ansiados cocodrilos y tras el mostrador al único varón mexicano que estaba feliz por no ver el fútbol.
La verdad que fue todo un hallazgo descubrir que el eficiente tlapalero era un amante del squash. Pero lo más sorprendente fue encontrar en el mismo establecimiento cocodrilos, colas de pato y clavos chiquitos para madera. No es broma, hace unos días me llevé las últimas cuatro alcayatas que tenía el dueño de "La Talachita". ¡Cómo echo de menos la Ferretería Merino de mi pueblo!
En fin, con la merendera de lentejas que Crayolita me había dado apenas comencé este remake de Indiana Jones y mis hallazgos ferreteros llegué a casa, puse la radio, metí mis lentejas en el micro y se obró el milagro, México marcó el 2-1 en el minuto 82 de juego. Por hoy, no puedo pedir más.
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jueves, 13 de agosto de 2009
En busca de la tlapalería perdida
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