La verdad es que nunca había estado en una exposición internacional y creo que me tendrán que volver a engañar para que regrese por iniciativa propia. La verdad es que esta tenía un aliciente extra, toda mi familia estaría allí "kids incluided"...conclusión, el viaje fue genial.
Solo el tiempo no acompañó, y es que...que bajen las temperaturas cerca de 20 grados en un ratinín no es demasiado agradable, entiéndase, cuando uno va en pantaloncito corto y camiseta de camionero y hace un frío del carajo en pleno julio.
Lo más destacable es lo bien que se come en la Expo si uno tiene un poquito de paciencia o decide reservar con tiempo. Deliciosas las tostadas de atún del Contramar (restaurante mexicano) situado en la segunda planta, justo al lado del Pabellón de México. Las tostadas son exactamente iguales a las que puedes comer en este establecimiento de la capital mexicana, un regalo para el paladar. La vieira "no tiene madre" y la margarita de mango invita a pecar como diría Paquita "la del Barrio".
No dejen de probar el solomillo del restaurante de Uruguay. Si les queda tiempo, entren en algún pabellón.
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