domingo, 27 de julio de 2014

Semáforo es femenino


Desde hace ya un par de décadas se incluyó la perspectiva de género en todos los ámbitos, especialmente en la investigación y el estudio y por supuesto, en la administración pública. En estos días veraniegos asistimos a la parálisis en la elección de los próximos comisarios de la Unión Europea (UE) por este tema.

En la UE se resisten pero no así en el mobiliario público, la revolución del género llegó a los semáforos y eso me hace sentirme un poquito menos discriminada, ¡me troncho!
En cuestiones de género tengo una posición bastante clara sobre el tema pero no viene a cuento, solo hay una cosa que me enerva y es el tema del lenguaje. Tener que escuchar el cambio constante de género de los sustantivos o poner la arroba en los escritos me hace perder la concentración en la lectura y en la comprensión de un discurso. Soy de la opinión de que el lenguaje no discrimina per se, somos los hablantes los que discriminamos, pero habrá quien lo rebata y está en su derecho.

Y cómo estamos de los más contestatarios últimamente, pues esta imagen femenizada de los semáforos no tiene porque haber sentado bien a todos. Supongo que el sector de la peluquería está en pie de guerra, la muñequita luce una cola de caballo, o el de los diseñadores por la falda de capa y yo, simplemente quiero que me den unos segundos más, me cuesta cruzar los dos carriles y las vías del tranvía, no quiero imaginar a un abuelito o alguien con dificultades para caminar.




jueves, 17 de julio de 2014

La pista de atletismo más cara de España

Cada vez que cruzo las vías del tranvía pienso lo mismo, que pedazo de pista de atletismo se ha marcado el antiguo consistorio del Santo Reino.
Tranvía lo que se dice tranvía no circula pero aún sin circular tiene su entrada en wikipedia y su propia página web aunque no se actualiza desde el año 2011.

He de confesar que el 4 de agosto de 2012 yo lo vi circular, llevaba un letrero en un costado que ponía "en pruebas" y creo que ese fue el primer día y el último que lo veré.

Pero cada vez que lo cruzo y suele ser bastante a menudo, me conmuevo porque recuerdo mi antigua operación de menisco. Una lesión que no me deja disfrutar del principal uso que se le da a estas magníficas instalaciones que han costado cerca de 75 millones de euros. No puedo sentirme a lo Forrest Gump sobre ese tartán de césped artificial que alfombra los casi cuatro kms de recorrido.
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domingo, 6 de julio de 2014

Milhojas orgullosas


Horno de San Onofre
He vuelto a Madrid, me gusta volver por el día del Orgullo. Este año bajo el lema "Nos manifestamos por aquellos que no pueden" se montó un fiestón por el centro de la ciudad. El momento más reivindicativo fue la manifestación que recorrió parte de la ciudad y que por supuesto me perdí, las multitudes no van conmigo.

Eso sí, estuve paseando por el centro a la hora de la siesta. Una hora que lejos de vaciar Chueca, llenó sus placitas, terrazas y calles peatonales de gente, banderas multicolores, testosterona a tutiplen, tríceps marcados y unos músculos, cuyo nombre he tenido que buscar en internet, los llamados serratos mayores.

Por supuesto hice una parada en el ya clásico escaparate del Horno de San Onofre, y confieso que no me atreví. Los merengues orgullosos eran enormes, así es que me decanté por una tartaleta de chocolate negro que estaba para chuparse los dedos.

El centro de Madrid se convirtió en un maravilloso y enriquecedor escaparate de la diversidad. La homogeneidad del sarao estuvo a cargo de la cartelería que empapelaba el barrio.

El cartel más repetido era el de un macizo a lo marinerito, de musculoso cuerpo aceitado que anunciaba un resort gay en Mikonos (confieso que me dio coraje, yo esperaba la versión Pitiusa). Ese era por así decirlo, el más amable. El resto de la publicidad que se repartía entre los viandantes eran de todo menos sutil. Variaba desde el más puro estilo "comiquero" de los cincuenta (véase el cartel adjunto) a otros como el que anunciaba la "Banana Pool, The main pool party", donde dos efebos embutidos en sus mini-trajes de baño, con unos abdominales más que marcados, sujetaban con su mano izquierda un plátano a medio pelar rebozado en purpurina. Pero eso no es todo, al cuello lucían sendos carteles colgados con las leyendas "Suck it" y "Peel it", en ese momento se me ocurrieron muchos adjetivos menos romántico pero aún no sé porqué.
Y mientras todo esto pasaba por mis manos, solo me venía el título de la novela de Jane Austen, "Pride and prejudice". ¡Yo soy así!.


Amor por la tildes

He vuelto a abrir los ojos en el Santo Reino. Estaba yo contrariada en los últimos días por mi vagabundear prescrito pero fue alzar los ojos, encontrarme con este hallazgo y esbozar una sonrisa. Simplemente me dio por pensar el amor que el fabricante del rótulo o el dueño del bar debían tener por las tildes. Pues nada, ¡¡¡vivan las tildes!!! 
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