Esta semana ha saltado el escándalo de Amy Martin, una columnista de éxito de la Fundación Ideas. La supuesta periodista que se ocultaba detrás era la exmujer del director de la Fundación. No vamos a entrar si era el propio director, si lo sabía o lo dejaba de saber, no es el propósito de esta entrada. Vaya por delante mi envidia cochina al saber que el salario que cobraba la señorita Martin por alguno de sus artículos ascendía a unos 3000 euros.Y después de ese reconocimiento, de confesar ese pecado capital que me adorna, voy a hacer un poquito de memoria.
Nada más saltar la noticia, comencé a recordar donde había visto antes esa historieta. No tardé en darme cuenta que fue una gris y aburrida tarde de domingo en el Santo Reino. Me tragué una película súper pastel, de esas que me gustan que se llamaba "El pacto de Cenicienta". La historia giraba en torno a una chica entradita en carnes que se enamora del hijo ligón del jefe de la editorial donde trabaja y a su vez, encarna a escondidas la personalidad de la columnista de éxito de la revista. El enredo surge cuando la columnista de éxito debe presentar un libro que recoge sus fantásticos artículos y esta chica debe confesar toda la milonga.
Ya digo, un folletín pero aquí no había una fundación política por medio, ni destituciones mediáticas acompañadas de "qué limpios y pulcros somos y...". Es más, creo que al embrollo del Partido Socialista hubiese aportado un toque de verosimilitud a la película, que por cierto se llamaba en su origen "Lying to be perfect". Pero no es el único caso de contagio entre la realidad y el mundo creativo en estas últimas semanas, ahí tenemos el caso Bárcenas. Una historia que da para hacer una versión española de la saga de El Padrino.¡Qué repelús!
domingo, 27 de enero de 2013
Cenicienta y El Padrino
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