Ayer fui al cine de verano, tuve una regresión en mi vida. De pronto tuve un flashback y ahí estaba yo, preparada para ver la película de "Todo es posible en Granada" de Manolo Escobar al otro lado del puente romano, en una calurosa noche de verano de hace más de veinte años. La sensación fue la misma, excitación previa a la proyección.
La sábana fue sustituida por una pantalla hinchable extra gigante y el formato digital terminó con los maravillosos rollos pero algo no cambia, el sonido se iba y venía mientras docenas de chiquillos gritaban.
La película elegida fue la Princesa Prometida, no me acordaba de lo divertida que era. Realmente una noche genial, llena de humor, espadachines, sicilianos envenenados, gigantes rimadores, españoles cansinos, hombres de seis dedos, un Billy Cristal irreconocible y una música soberbia.
¡Qué más se puede pedir!
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