Hasta hace unos años que Ágata Ruíz de la Prada tuvo el atrevimiento de combinar el color rosa y el color rojo, este era un tándem poco visible. En la actualidad y más precisamente en la nocturnidad, son los dos colores que sobresalen por encima de olivos, vallas ciclónicas, naves industriales, fábricas de galletas, filas de adosados que mordisquean unos pinares maravillosos y todos los demás "bultos" que puedes intuir al pie de la carretera.
Y todo porqué, porque las casas de lenocinio, que la RAE define como "casa de mujeres públicas" (me encanta esta definición), de las provincias de Palencia, Valladolid... (son las que descubrí anoche) lo tienen como reclamo para los ardientes y adustos caballeros y para todas las naves espaciales que sobrevuelen dicho espacio aéreo, que hay que decirlo.
Si el Hombre de Roswell decidiera volver a darse un garbeo, estoy segura que lo haría sobre la A-67. ¿Quién quiere estrellarse en Nuevo México otra vez?
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domingo, 23 de enero de 2011
Puticlubes y ovnis
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