martes, 21 de diciembre de 2010

La pasión de Siberia

Se llama Vadim Repin y toca el violín con tal pasión que no soy capaz de describirla. Simplemente me quedé hipnotizada, no podía dejar de mirar sus manos y por supuesto no pude articular palabra al terminar su interpretación.

Siempre he pensado que si existiese la reencarnación me gustaría ser una mata de perejil para estar en todos los guisos, o como se dice en México ser el "ajonjolí de todos lo moles", pero desde hace dos días he decidido cambiar mi testamento vital, quiero ser el arco de su "Bonjour".

Por cierto, la pieza que interpretó fue el Concierto para violín y orquesta, en la menor, opus 82 de Glazunov.

¡Larga vida a Alexander Glazunov!