En estas dos últimas semanas ha vuelto a mi vida una palabra que tenía casi desterrada, esquife. Recuerdo la primera vez que la encontré, estaba en un tebeo de Astérix esperándome. Era la aventura de Astérix en Bretaña y el flemático Buentorax, un irreductible guerrero bretón, no recuerdo si de la tribu de Oxford o de la de Cambridge, cruzaba el Canal de la Mancha en su frágil esquife. Iba en pos de esa poción mágica capaz de expulsar a los romanos de las Islas.
El segundo encuentro ha tenido lugar a través de los informativos de la televisión. Esta vez era un esquife pilotado por piratas somalíes que intentaba asaltar a un atunero vasco. Nada que ver con la versión en cómic de La guerra de las Galias. Esto ha sido algo mucho más serio pero ha conseguido trasladarme a mi infancia y arrancarme una sonrisa. ¡Y qué decir de la sorpresa que me ha causado el vocabulario a lo Goscinny de los medios! Me alegro por el diccionario de sinónimos del que han echado mano, por el diccionario naútico o por cualquiera que haya sido.
Y ya que estamos hablando de diccionarios y para no peder este ímpetu lingüístico, esta semana he escrito mi carta a los Reyes y me he pedido... el Diccionario de Americanismos.
Ahora solo tengo que portarme bien para que me lo traigan.
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domingo, 7 de noviembre de 2010
Astérix, diccionarios y atún.
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