Este testimonio gráfico confirma que tengo que seguir con los túnidos porque las magdalenas no son lo mío.
Supongo que la actualidad manda y si el Merapi está escupiendo lava en Indonesia, pues por el maravilloso "efecto mariposa" mis magdalenas se desbordan y superan no solo los moldecitos de papel rizado, sino la propia bandeja del horno.
Lo sé, lo sé para un concurso no están pero para mojar en la leche están estupendas. Hasta si me apuras diferentes, con su puntito crujiente y salado sobre todo las que tenían un cuadradito de queso masdaam añejo en el interior.
Tengo que seguir practicando porque quería aprender a hacer cupcakes, que no son otra cosa que una versión anglo de las magdalenas de toda la vida con una cobertura artística, llamada frosting, de colorines y demás florituras. Es un descubrimiento que he hecho esta semana. Vamos, lo de los nombrecitos y toda la religión que gira en torno a este mundo del pastelito.
Creo que visto mi éxito volcánico, no estoy preparada para lo de la decoración. Me conformaré con que el bollo en cuestión no se desborde y cuando consiga esto, pasaré al relleno de chocolate.
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