Por lo que tengo que suponer que ayer no fue el Día de Acción de Gracias. Todo esto me lleva a la conclusión de que me comí el pavo para cenar cuando no tocaba.
Me explico: por ese afán mío de dar un toque de alegría a mis días, desde hace años en esta casa se celebra la “Thanks Giving Dinner”. Nuestras gracias suelen ir dirigidas a la vida en general y a los que nos rodean, lo del “Mayflower” nos queda un pelín retirado. La primera vez que nos lanzamos cual “peregrinos” fue con pavo asado, pastel de calabaza con confitura de arándanos y bla, bla, bla. Los años siguientes han sido los mismos alimentos en sus diversos formatos: empanada, sándwich, pastel…
Este año decidí, sin mirar el calendario y sin contar el cuarto jueves del mes de noviembres que era ayer y, por supuesto, me equivoqué, por lo que hoy no es “black friday”. Menos mal que no tenía pensado comprar nada de nada y eso que “estoy a falta” de una máquina de coser que cosa (la mía está en las manos de Niperry para ver si tiene solución).
Así pues, equivocados como estábamos pero hambrientos, Niperri y Servidora procedimos a comernos un delicioso bocata en pan de cristal ligeramente tostado, untado con una fina capa de mermelada de calabaza y alioli, y relleno de lacón de pavo, una mezcla de ensalada verde, tomate natural y queso de cabra añejo. Cerramos nuestra celebración con un yogur griego con tarta de arándanos.
Sobra decir que nos damos por celebrados.