sábado, 27 de noviembre de 2021

La Mona Lisa, el aprendiz diferido y la reflectología

Esta semana me he acercado a El Prado a echar un vistazo a las exposiciones temporales. Una de ellas es la llamada “Leonardo y la copia de Mona Lisa. Nuevos planteamientos sobre la práctica del taller vinciano”.

Esta pequeña, curiosa y evocadora muestra me ha recordado un sobre de papel negro que tengo metido en un cajón desde hace unos años.


Gracias a la reflectología infrarroja, un método de investigación que permite visualizar las capas de pintura bajo la superficie, los estudiosos del arte nos desvelan la forma en la que se trabajaba en el taller de Da Vinci. No es magia potagia, es simplemente la aplicación de la tecnología.


Junto a la “Mona Lisa madrileña” se exponen unos paneles explicativos que muestran como el discípulo, que pintó este cuadro, incluía cambios y/o correcciones al mismo tiempo que lo hacia el Maestro durante los primeros estadios de la ejecución del trabajo. Hay que recordar que Leonardo cargó con “La Gioconda” en sus diversas mudanzas y continuó durante años dando pinceladas.


Fue llegar a casa, buscar el sobre y sentirme como ese anónimo discípulo de Da Vinci. En mi caso, nada de trabajar de manera simultánea con el artista, soy más de diferido. Han pasado 114 años desde que Isaac Israels terminó de pintar “Donkey riders on the beach", 1890-1901. Empleó 11 años en darle el toque final. Yo, por mi parte, tardé cerca de 20 minutos en versionar de la manera más fiel este maravilloso cuadro.


Recuerdo el rato que pasamos Niperry y servidora sentaditos como buenos niños holandeses dentro del aula de actividades del Rij Museum. No eramos conscientes que estábamos haciendo historia.


Lo sé, lo sé, es difícil distinguir el original de la copia. Tan solo la mentada reflectología sería capaz de mostrar las diferencias entre la pincelada de Israels y la mía.



Solo me queda cruzar los dedos y esperar que la crítica me valore como me merezco. 










viernes, 19 de noviembre de 2021

Hoy no es black friday

Por lo que tengo que suponer que ayer no fue el Día de Acción de Gracias. Todo esto me lleva a la conclusión de que me comí el pavo para cenar cuando no tocaba. 

Me explico: por ese afán mío de dar un toque de alegría a mis días, desde hace años en esta casa se celebra la “Thanks Giving Dinner”. Nuestras gracias suelen ir dirigidas a la vida en general y a los que nos rodean, lo del “Mayflower” nos queda un pelín retirado. La primera vez que nos lanzamos cual “peregrinos” fue con pavo asado, pastel de calabaza con confitura de arándanos y bla, bla, bla. Los años siguientes han sido los mismos alimentos en sus diversos formatos: empanada, sándwich, pastel… 


Este año decidí, sin mirar el calendario y sin contar el cuarto jueves del mes de noviembres que era ayer y, por supuesto, me equivoqué, por lo que hoy no es “black friday”. Menos mal que no tenía pensado comprar nada de nada y eso que “estoy a falta” de una máquina de coser que cosa (la mía está en las manos de Niperry para ver si tiene solución).


Así pues, equivocados como estábamos pero hambrientos,  Niperri y Servidora procedimos a comernos un delicioso bocata en pan de cristal ligeramente tostado, untado con una fina capa de mermelada de calabaza y alioli, y relleno de lacón de pavo, una mezcla de ensalada verde, tomate natural y queso de cabra añejo. Cerramos nuestra celebración con un yogur griego con tarta de arándanos.

Sobra decir que nos damos por celebrados.




jueves, 18 de noviembre de 2021

La vuelta de Iñigo Montoya

Después de siete años de silencio en el blog, he decidido volver a retomar este hábito de mirar con atención a mi alrededor y compruebo que reinicio esta actividad en las mismas fechas que la abandoné, un mes de noviembre. La casualidad no se quedó ahí  porque la última entrada está dedicada al terrible corte de pelo que tenía en esa época  al más puro estilo Iñigo Montoya. 
      

En estos años he mejorado algo en cuanto al corte de pelo, pero es este gran espadachín televisivo quien ha vuelto a inspirar mi regreso. mariaelfavor está tomado clases de esgrima y se siente cual Iñigo Montoya con epicondilitis. Bien, lo que se dice bien, no se me da, pero me divierte una barbaridad. Aún tengo esperanza de mejorar con la práctica porque hay una actividad que se me da incluso peor y es la costura, pero eso es tema para otra entrada.

Pese a que mi Santa me dice que la costura me vendrá mejor, no quiero dejar pasar las oportunidades que se me puedan presentar como mozo de espadas de algún torero o trabajar en un rodicio brasileño. Hay que estar abierta a casi todo.