...pero atiende en Buenos Aires
No hacía falta echar mano de las profecías de Malaquías. Si hubiésemos buceado en el refranero popular latinoamericano, la fumata blanca hubiese sido innecesaria.
Tenemos Papa y es un porteño, con nombre de culebrón Jorge Mario, de ascendencia italiana (faltaría más viniendo de Argentina), habla español y ya como exotismo, es jesuita.
Por fin, la Iglesia tiene un papa "negro", bueno ahora tiene dos. El Prepósito General de la Compañía de Jesús que en la actualidad es un palentino, Adolfo Nicolás y a Jorge Mario Bergoglio.
El nombre elegido es Francisco I. A esta hora, desconozco el porqué de la elección de Francisco, pero antes de que se apunten el tanto los italianos, por lo del santo de Asís, pues me sale la vena patria y yo me apunto a que ha decidido honrar a San Francisco Javier. Y si tenemos que buscar otra conexión, sirva que ayer día 12 de marzo se cumplió 391 años de su canonización. Aunque yo me hubiese puesto el nombre de Ignacio. Ya sé, ya sé, el Papa Nacho no suena muy serio pero si hablamos de seriedad, el Papa Paco tampoco es que suene mucho mejor.
En cuanto a su desempeño pastoral y político, el tiempo lo dirá. Perfil de duro tiene, aunque sus primeras palabras han sido bastante cálidas, eso debe ser el deje porteño.
Pues nada, "habemus papam" y que sea para bien porque al igual que la elección del presidente de Estados Unidos, esta elección nos afecta a todos, católicos y catódicos.