jueves, 25 de noviembre de 2010

Creo que soy como Dori

... no como la Pequeña Dorrit de Dickens, aunque si la situación económica sigue así, también me acabaré pareciendo a ella y entraré a formar parte de los habitantes de Marshalsea.

Me siento como Dori, la amiga de Marlin, el padre de Nemo. Mis referencias literarias son prosaicas pero refrescantes. Y es que se me olvida casi todo, especialmente lo que trato de memorizar.

Me he estado supervitaminando y mineralizando como Súper Ratón, he intentado lo de los rabitos de las pasas pero no acaba de convencerme su eficacia. Sufría por encontrar la piedra filosofal que solventara este problema pero la solución estaba delante de mí, la encontré en uno de mis apasionantes viajes por el suburbano capitalino.

Es sencillo y no hay que tomar nada vía oral.  Consiste en tatuarme con un Bic lo que tengo que recordar, pero o lo hago de una manera un poquito más discreta que este maestro del "bic cristal que escribe normal", o previamente tendré que tomar un cursillo de caligrafía grafitera y comprarme un cepillo de raíces y una pastilla de jabón Lagarto. Todo sea por el aprendizaje.
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domingo, 14 de noviembre de 2010

Magdalenas en erupción

Este testimonio gráfico confirma que tengo que seguir con los túnidos porque las magdalenas no son lo mío.

Supongo que la actualidad manda y si el Merapi está escupiendo lava en Indonesia, pues por el maravilloso "efecto mariposa" mis magdalenas se desbordan y superan no solo los moldecitos de papel rizado, sino la propia bandeja del horno.

Lo sé, lo sé para un concurso no están pero para mojar en la leche están estupendas. Hasta si me apuras diferentes, con su puntito crujiente y salado sobre todo las que tenían un cuadradito de queso masdaam añejo en el interior.

Tengo que seguir practicando porque quería aprender a hacer cupcakes, que no son otra cosa que una versión anglo de las magdalenas de toda la vida con una cobertura artística, llamada frosting, de colorines y demás florituras.  Es un descubrimiento que he hecho esta semana. Vamos, lo de los nombrecitos y toda la religión que gira en torno a este mundo del pastelito.

Creo que visto mi éxito volcánico, no estoy preparada para lo de la decoración. Me conformaré con que el bollo en cuestión no se desborde y cuando consiga esto, pasaré al relleno de chocolate.
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domingo, 7 de noviembre de 2010

Astérix, diccionarios y atún.

En estas dos últimas semanas ha vuelto a mi vida una palabra que tenía casi desterrada, esquife. Recuerdo la primera vez que la encontré, estaba en un tebeo de Astérix esperándome. Era la aventura de Astérix en Bretaña y el flemático Buentorax, un irreductible guerrero bretón, no recuerdo si de la tribu de Oxford o de la de Cambridge, cruzaba el Canal de la Mancha en su frágil esquife. Iba en pos de esa poción mágica capaz de expulsar a los romanos de las Islas.

El segundo encuentro ha tenido lugar a través de los informativos de la televisión. Esta vez era un esquife pilotado por piratas somalíes que intentaba asaltar a un atunero vasco. Nada que ver con la versión en cómic de La guerra de las Galias. Esto ha sido algo mucho más serio pero ha conseguido trasladarme a mi infancia y arrancarme una sonrisa. ¡Y qué decir de la sorpresa que me ha causado el vocabulario a lo Goscinny de los medios! Me alegro por el diccionario de sinónimos del que han echado mano, por el diccionario naútico o por cualquiera que haya sido.

Y ya que estamos hablando de diccionarios y  para no peder este ímpetu lingüístico, esta semana he escrito mi carta a los Reyes y  me he pedido... el Diccionario de Americanismos.
Ahora solo tengo que portarme bien para que me lo traigan.
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