Hace ya varias semanas, me compré un calendario de Adviento. Desde entonces, cada vez que abro el frigorífico he elevado una plegaria para que llegase pronto el 1 de diciembre y hoy ha llegado.
He despegado las dos partes que forman mi calendario que vienen unidas por un adhesivo, he visto las 24 ventanas que lo componen y he deseado que el producto estuviera hecho en la provincia de Ciudad Real, en la de Zamora o en Navarra de donde son mis D.O. favoritas, pero no ha habido suerte, era una vitualla “made in UK”.
La nacionalidad del almanaque quesero era sobradamente conocida, pero aún sigo creyendo en los milagros y en la magia de Navidad. Una no pierde la esperanza de encontrarse una cuñita de queso manchego curado en el lugar de la mini pieza de cheedar ahumado de 20 gr. que había tras el ventanuco número 1.
Estaba rico, pero le queda para estar delicioso