Hace mucho mucho mucho tiempo, un señor que vivía de su pensamiento me pilló leyendo Mal de Amores. En esa época, era la última novela de Ángeles Mastretta, estaba recién salida del honor. Este señor en cuestión que llamaremos el sr. C, dijo con toda solemnidad, "es la novela mejor escrita por una mujer. Solo he tenido que corregir una coma". Y el sr. C se quedó cuajado con esta frase tan lapidaria que demostraba su gran afecto por la autora en especial y por el sexo femenino en general. Confesó que la autora le había pedido el favor de su lectura y de su corrección, por la amistad que cultivaban, cosa que me consta que era cierta.
Este año se van a cumplir 13 años desde que el sr. C tuvo el mal gusto de dejarnos. Él siempre hacia una pregunta ¿qué quieres precisión o rapidez? y él como buen filósofo quería precisión pero tuvo rapidez por irse. Pues bien, el jueves pasado andaba yo en un quehacer doméstico y puse la radio y ahí estaba Ángeles Mastretta, hablando con esa voz tan dulce pero con tanta chispa mexicana. Estaba en España para promocionar su último libro La emoción de las cosas.
El libro llevaba en mi casa desde el pasado 24 de abril, había sufrido un embate que solo me permitió llegar hasta la página 23 y la verdad, muchas ganas de terminarlo no me daban pero fue escuchar a la autora y recuperar esa lectura. Ahora, el volumen está exhausto en la cabecera de mi cama donde ayer terminé de devorarlo con más rapidez que precisión. Lo he leído a la segunda intentona y en una tarde-noche larga ¡Bonita manera de pasar un sábado "en" la noche! que diría aquel.
La amiga del Sr. C revela su dolor sin ningún pudor ante la pérdida de sus seres queridos y yo, sin embargo, recuperé la parte mexicana de mi vida. De pronto, capítulo a capítulo recuperé mi primera colonia, "la San Pedro de los Pinos", recuperé el día de Muertos, las posadas de Navidad, el día de las elecciones, la psicosis ante un posible asalto, las Fiestas Patrias, la magia de los que se me han ido allí. Recuperé también sentir el erupto ceniciento del Popo, las comidas de los fines de semana, la urgencia que tenía al cruzar Revolución o el miedo de caminar cuando anochecía por "Primera de Mayo". Recuperé tantas cosas y lo más curioso es que estaban en la cabecera de mi cama esperándome. ¡Qué necia soy algunas veces!
Y sí, no se me ocurre mejor cosa que hacer en el Santo Reino para pasar el sábado "en" la noche pero una está abierta a sugerencias.
"No le temo al futuro, sino a la brevedad de mis ojos". A. Mastretta
PD: El libro tiene frases de esas que se montan en un ppt y se envía como cadena a todos tus contactos del outlook.