La visita a Praga fue maravillosa por la compañía y porque regresaba después de haber visitado la ciudad hace 18 años. Qué decir de como ha cambiado. En mi primera visita yo viajaba con una mochila que pesaba exactamente 13 kilos, era jueves santo y posiblemente eramos los únicos españoles que pululaban por allí. También recuerdo una ciudad gris, oscura, con los supermercados sin apenas género, tan solo latas de sardinas o algo que se parecía (bien podían ser jureles del Caspio) con los ingredientes en ruso. Los pescaítos que eran infames, tenían una salsa negra que llamábamos salsa de petróleo. Recuerdo con mucho agrado el concierto que escuchamos en una iglesia de los dominicos, creo que eran ellos porque llevaban el hábito totalmente blanco, un chaleco de lana vasta y estaban tonsurados, cosa que me sorprendió.
Año 2010
La ciudad que está construida para soportar el frío y la adversidad en la intimidad, los edificios que constituyen manzanas completas con patios interiores que si los conoces te evitan tener que caminar por la calle y que tanto trabajo dieron a las tropas alemanas, se han abierto a la magia de Zara, H&M, Mango, etc. en su proyección a la acera. Gracias a Dios, la verdadera ciudad que patea y vive el nativo sigue estando de puertas para adentro.
Praga es maravillosa, allá donde mires está llena de referencias a Wescenlao, Carlos, Rodolfo y demás reyes bohemios, también turistas y esas horrorosas tienditas de recuerdos que afean el paisaje. La comida y la cerveza, lo mejor de lo mejor, con un precio más que razonable. Tan es así que es más barato comparativamente comer o echarse una cerveza, y allí la ponen de medio en medio litro, que comprar un imán para la nevera. Por lo tanto, no traje ningún imán, je, je, je.
Praga es maravillosa, allá donde mires está llena de referencias a Wescenlao, Carlos, Rodolfo y demás reyes bohemios, también turistas y esas horrorosas tienditas de recuerdos que afean el paisaje. La comida y la cerveza, lo mejor de lo mejor, con un precio más que razonable. Tan es así que es más barato comparativamente comer o echarse una cerveza, y allí la ponen de medio en medio litro, que comprar un imán para la nevera. Por lo tanto, no traje ningún imán, je, je, je.
Los checos son adustos, secos y algunos especialmente hoscos con los españoles. Lo que se dice gente risueña yo no vi, pero también es cierto que no vi a todos los checos. Curiosamente el recuerdo que tenía de los checos era lo amable y las ganas que tenían de hablar con alguien que para ellos sonaba tan lejos como España, supongo que nos lo hemos ganado a pulso por ser unos turistas cansinos.
En cuanto al gusto por la música es simplemente envidiable. Si, creo que sigue siendo tan espectacular como hace casi 20 años, no decepciona.